Se estima que una de cada diez mujeres en edad fértil padece endometriosis. Es una enfermedad inflamatoria crónica provocada por la proliferación de tejido del endometrio más allá de su propia cavidad, que afecta a los tejidos pélvicos, incluyendo los ovarios, pero también puede incidir sobre órganos más lejanos, como el estómago o el cerebro, y puede provocar infertilidad.
La endometriosis afecta por lo menos a un 10% de las mujeres en edad fértil, proporción que asciende al 50% en las mujeres con problemas de infertilidad-esterilidad o dolor pélvico crónico.
Pero, a pesar de tratarse de un problema frecuente, es una enfermedad desconocida por la población femenina en general. La mayoría de las mujeres no la conocen ni la reconocen.
Cómo reconocerla
El diagnóstico basado en los síntomas de la endometriosis es difícil debido al solapamiento con otros procesos, a la variedad de síntomas o a la falsa idea, pero generalizada, de que es normal que la menstruación duela. De hecho, se estima que pueden pasar seis o siete años desde que aparecen los primeros síntomas hasta que se diagnostica la endometriosis.
Sus síntomas son cíclicos, ya que están asociados al ciclo menstrual y ocasionan un gran impacto negativo en la calidad de vida a las mujeres que padecen esta enfermedad. Además, pueden agudizarse por cambios posturales que contribuyen al empeoramiento del dolor.
Hay síntomas característicos que delatan la presencia de la enfermedad, como dolor pélvico crónico, dolor en los dos primeros días del periodo (dismenorrea), dolor en las relaciones sexuales con penetración, (dispareunia), infertilidad, dolor miofascial, dificultad para defecar (disquecia) y necesidad de orinar con gran frecuencia (polaquiuria).
Los síntomas pueden mejorar tras la menopausia y durante la gestación.
La fisioterapia, el mejor complemento
Los tratamientos médicos más frecuentes de la endometriosis pueden incluir terapia hormonal, administración de analgésicos y, en casos más severos, cirugía.
En función de los síntomas que se presenten, la edad, el deseo de embarazo y la extensión de la enfermedad, será precisa una atención individualizada para cada caso.
Como complemento conservador al tratamiento médico es de gran utilidad el tratamiento de fisioterapia. Las pacientes con endometriosis suelen intentar autogestionar su enfermedad a través de cambios en su estilo de vida, con la aplicación de calor, descanso o ejercicios de relajación, pero es necesario acudir a un especialista para mejorar realmente la calidad de vida.
Las principales técnicas usadas en fisioterapia se dirigen a paliar los síntomas. Básicamente, la reducción del dolor y, según los casos, liberación de adherencias, corrección de las alteraciones posturales, relajando la musculatura y rompiendo el ciclo de dolor.
En cada caso, claro está, es necesario consultar a un fisioterapeuta que diseñará un tratamiento personalizado según las condiciones de la paciente.
Impacto sobre la vida sexual
En cuanto a los síntomas, la dispareunia (dolor en la penetración sexual) dificulta la vida sexual plena, afectando a la autoestima, a veces de manera profunda, y a las relaciones de pareja. “Es otro falso mito que hay que enterrar. Las relaciones sexuales no tienen por qué doler. Si aparece dolor hay que acudir a un especialista porque algo puede estar ocurriendo”, señalan desde la Comisión de Fisioterapia Uroginecológica y Obstetricia del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM).
Además, la enfermedad puede alterar la capacidad de trabajo, las relaciones sociales, la vida familiar y, de forma global, el sentimiento de bienestar. Esta situación puede llevar a que las mujeres con endometriosis presenten un mayor índice de depresión y de ansiedad.
Coincidiendo con el Mes de la Endometriosis (marzo), el Colegio está preparando una infografía para difundir información sobre la enfermedad a través de rr. ss. y contribuir a su conocimiento entre la población femenina.