El Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM) se suma a la celebración del Día del Niño Hospitalizado, que se desarrolla hoy, recordando la participación de estos profesionales sanitarios en el cuidado infantil para colaborar a que los pacientes pediátricos puedan volver a su entorno en las mejores condiciones y tan pronto como sea posible.
El tratamiento fisioterápico del niño en el ámbito hospitalario es tan versátil como el tipo de dolencia que presenten los menores, centrado en la mejora de la funcionalidad del sistema afectado y en la disminución de los síntomas.
Hay cerca de siete millones de menores de 16 años en España (población pediátrica), lo que supone un 14,77% de la población total española, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Para el manejo hospitalario infantil, el sistema cuenta con cerca de 9.000 camas, de las cuales cerca de 8.000 pertenecen al Sistema Nacional de Salud (SNS).
Tres grandes áreas de intervención
.- Afectaciones respiratorias. Hay niños con afectación respiratoria en múltiples circunstancias en el ámbito hospitalario. Desde el ingreso por bronquiolitis en una UCI, el ingreso por una crisis asmática en una planta de Pediatría o el deterioro de la función respiratoria en un paciente seguido por una Unidad de Atención Paliativa.
Siendo cada circunstancia muy diferente, la fisioterapia vela en estos casos por mejorar la ventilación, disminuir el trabajo respiratorio, facilitar la eliminación de secreciones y educar al paciente y a su familia en el automanejo.
“Con este tipo de intervenciones conseguiremos mejorar el bienestar, disminuir el tiempo de ingreso y la necesidad de fármacos”, explica Carlos Martín Gómez, fisioterapeuta e investigador en la Fundación para la Investigación Biomédica Hospital Niño Jesús.
.- Afectaciones musculoesqueléticas. Los fisioterapeutas se encuentran en la edad pediátrica con afectaciones traumatológicas, ortopédicas congénitas o de desarrollo, además de reumatológicas, las cuales necesitan manejar con el objetivo de eliminarlas en algunos casos y permitir al niño el mejor desarrollo posible.
Puede ser una tortícolis congénita, pie zambo, escoliosis, artrosis o secuelas ortopédicas de una enfermedad neurológica, entre otras.
Aunque cada una sea diferente, hay una serie de objetivos comunes en el abordaje: disminuir o eliminar el dolor, prevenir o posponer cirugías, mejorar la funcionalidad y tratar la recuperación posterior a una cirugía.
“Consiguiendo que el impacto sea menor, ayudamos a disminuir las estancias hospitalarias y logramos la vuelta más precoz a una situación de normalidad. También entrenamos a pacientes y familias para que la funcionalidad, autonomía y desempeño de niñas y niños sean las máximas posibles”, añade Carlos Martín Gómez.
.- Afectaciones neurológicas. Las secuelas de un daño cerebral congénito o adquirido tienen un impacto muy heterogéneo, dependiendo del niño, y hay un gran campo de trabajo y mejora.
En un porcentaje grande es imposible que el niño obtenga una funcionalidad y participación normotípicos. Pero conseguir que estos sean los mayores posibles es el reto que permite que pacientes y familias tengan una mayor autonomía y participación en la sociedad.
Existen más áreas de trabajo, como salud mental (como trastornos de la conducta alimentaria), oncología (manejo de dolor, disminución de efectos negativos de la quimioterapia y manejo o entrenamiento de secuelas quirúrgicas) y obesidad (programas de ejercicio para mejora de composición corporal y prevención de enfermedades), entre otras.