El 39% de las personas adultas de 18 o más años tienen sobrepeso y el 13% son obesas, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los estudios sobre este asunto indican además que aumentará el número de afectados, como consecuencia de los hábitos de vida (sedentarismo, mala alimentación, etc.).
A su vez, la obesidad, cuyo Día Mundial se celebra hoy, es un factor que predispone a padecer enfermedades cardiovasculares, musculoesqueléticas, respiratorias o renales, entre otras, y que aumenta el riesgo de morbimortalidad. También incrementa las probabilidades de tener diabetes y ciertos tipos de cáncer.
Rehabilitación personalizada
“El tratamiento fisioterápico se plantea dentro de un equipo multidisciplinar y está enfocado a mejorar la capacidad aeróbica, el sistema cardiovascular, recuperar fuerza y movilidad, etc. de los pacientes, ayudando a aumentar su calidad de vida”, explica Aurora Araújo, decana del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM).
Estos profesionales sanitarios desarrollan su labor con diferentes estrategias, desde educar en la prevención del riesgo cardiovascular a la prescripción de ejercicio terapéutico, siempre supervisado y realizado de forma progresiva, según la situación de cada persona, para evitar la aparición de efectos adversos.
Como complemento a otras medidas, como la dieta, el abordaje desde la rehabilitación fisioterápica se realiza a través de técnicas que actúan sobre el exceso de grasa, la musculatura y articulaciones de la persona, capacidad pulmonar, frecuencia cardiaca, etc.
Diferentes intervenciones
La intervención de la fisioterapia se realiza con distintos enfoques:
- Alteraciones musculoesqueléticas. La fisioterapia ayuda a mejorar la movilidad de las articulaciones rígidas, el fortalecimiento muscular del paciente y a aliviar el dolor. Se trata de fortalecer los músculos que recubren las articulaciones -especialmente las que tienen que soportar más peso, como en la zona lumbar y pelvis, caderas, rodillas, tobillos y pies-.
Además, la fisioterapia mejora la coordinación, el control sensoriomotor y la propiocepción en estas personas, colaborando a aumentar la autonomía del paciente.
- Reducción de grasa. Estimula la lipolisis, moviliza las grasas, ayudando a transformarlas. Para ello, se drena el tejido, disminuyendo la rigidez y absorbiéndose edemas y hematomas. En paralelo, se trabaja sobre la flacidez de la piel y la retención de líquidos de la persona obesa.
- Problemas cardiovasculares. La fisioterapia contribuye a mejorar las funciones del sistema cardiovascular.
El fisioterapeuta aplica ejercicios calisténicos (fomentan el movimiento de grupos musculares) y terapéuticos de flexibilidad, aeróbicos, de fuerza y de resistencia.
Para ello, los fisioterapeutas diseñan programas personalizados y adaptados a las condiciones de cada paciente, trabajando de forma progresiva la intensidad, duración, frecuencia y tipos de ejercicios, y supervisando de manera constante el programa de actividad física.