Esclerosis múltiple

Fisioterapia para reducir el avance de la esclerosis múltiple

La fisioterapia promueve la mejora de las funciones corporales, reduce algunos síntomas como el dolor y la fatiga, e impulsa el fortalecimiento del cuerpo, entre otros beneficios.

El 30 de mayo se celebra el Día Mundial de la Esclerosis Múltiple (EM), llamada también “la enfermedad de las mil caras”, ya que se presenta en cada persona de una manera diferente.

El Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM) quiere ayudar a visibilizar esta patología y recordar que la fisioterapia se adapta de forma individualizada a cada una de las personas que la sufren, en las diferentes etapas de la enfermedad.

Un error del sistema inmunitario

La EM es una enfermedad desmielinazante, degenerativa del sistema nervioso. La esclerosis múltiple ataca a la mielina, una cubierta protectora de las células nerviosas que permite que las señales eléctricas se muevan rápidamente a lo largo de los nervios, que se encuentran por todo el cuerpo. Esto ocurre por un error del sistema inmunitario.

De este modo, la mielina queda dañada y forma un tejido cicatricial que interrumpe las señales del cerebro. Se manifiesta por muchas partes del organismo y de forma diversa en cada paciente, afectando al cerebro y a la médula espinal, y pudiendo provocar síntomas como dolor, problemas de visión, de movilidad, coordinación, equilibrio, espasticidad, cambios emocionales y fatiga, entre otros.

Esta enfermedad afecta a unas 55.000 personas en España, según datos de la organización Esclerosis Múltiple España (EME). Es la segunda causa de discapacidad entre jóvenes, después de los accidentes de tráfico, ya que suele aparecer entre los 20 y 40 años, teniendo las mujeres mayor riesgo de sufrir EM; sin embargo, puede presentarse en niños, adolescentes y ancianos,

La causa de la esclerosis a día de hoy es desconocida, pero se acepta que pueda estar unida a factores genéticos y ambientales, (como cuestiones geográficas, edad, género, etnia, dietas o infecciones de diversa índole), aunque se siguen analizando patrones de la enfermedad en las investigaciones.

Aportación de la fisioterapia ante la esclerosis multiple

La fisioterapia desarrolla tratamientos que permiten frenar el avance de la enfermedad y que ayudan a las personas afectadas a gestionar los síntomas.

La incorporación de fisioterapeutas, dentro de equipos multidisciplinares, desde el momento en que se diagnostica la esclerosis múltiple, permite desarrollar un programa personalizado que perdure a lo largo de todas las etapas de la enfermedad. Ya sea durante los periodos de remisión, que es cuando la EM está estable, o durante una recaída -si la EM es progresiva o avanzada-. En todos los casos, fijando unos objetivos según la edad y condición física de cada paciente.

La fisioterapia promueve la mejora de las funciones corporales, ya sean físicas o respiratorias y según tipos y etapas”, explica Ana Herrero de Hoyos, presidenta de la Comisión de Neurología del CPFCM. “Además, reduce algunos síntomas como el dolor y la fatiga, impulsa el fortalecimiento del cuerpo y la mejora en la función física”.

La labor de la fisioterapia va encaminada a fortalecer el cuerpo, prevenir lesiones y que los síntomas empeoren y a recuperar la función perdida, siempre teniendo en cuenta el tipo de EM. “También es una manera de hacer partícipe a la persona afectada, para que aprenda de su propio cuerpo, conozca el efecto de los cambios que se producen y que pueda mantener su independencia el mayor tiempo posible, para mejorar su calidad de vida”, continúa Ana Herrero de Hoyos.

Esta fisioterapeuta también recuerda que “hay que romper con varios falsos mitos en torno a la EM. Uno de ellos es que una persona con esclerosis múltiple no puede hacer ejercicio. No es cierto: el ejercicio pautado por un fisioterapeuta, de forma moderada y constante e individualizada va a ayudar a reducir síntomas”.

La fisioterapia combina ejercicios, movilizaciones, terapia manual y fisioterapia respiratoria, porque a través de ellos:

– se reducen los síntomas o, al menos, se logra que la persona sepa manejarlos;

– se restaura o mejora la función;

– la persona se fatiga menos y se siente mejor consigo misma; – y se incrementan los niveles de actividad física.

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