El tratamiento con Fisioterapia contribuye a minimizar las consecuencias de la pérdida de movilidad producidas por la ELA, al tiempo que trabaja por mantener el mayor grado de autonomía en las personas que la sufren. Asimismo, Raúl Escudero, portavoz del CPFCM y fisioterapeuta de la Asociación Española de ELA, explica que “una persona sedentaria y que no realiza ningún tipo de actividad física tendrá más dificultades para adaptarse a los cambios que se van produciendo según avanza la enfermedad”.
En este sentido, el trabajo del fisioterapeuta permite mantener la musculatura en estado óptimo, aprender a adaptar los gestos cotidianos a la capacidad físicas de cada persona en las distintas etapas de la enfermedad, o saber cómo actuar en situaciones de urgencia. “Nuestro trabajo va siempre encaminado a proporcionar al enfermo una óptima calidad de vida, adaptándonos a sus capacidades y necesidades según va evolucionando la enfermedad”, indica Escudero.
Es muy importante la figura del fisioterapeuta en todas las fases de la enfermedad, aunque tendrá objetivos y funciones diferentes en cada etapa.
En la primera fase, se intenta evitar la fatiga muscular excesiva mediante la realización de ejercicios, indicando con que intensidad y frecuencia.
En una fase más avanzada el fisioterapeuta asiste al paciente en determinadas funciones que habrá ido perdiendo y actúa ante las dificultadas que vayan surgiendo. “Es en esta fase donde la presencia física del profesional fisioterapeuta se vuelve cada vez más importante y necesaria, ya que el enfermo deja de poder realizar ejercicios por sí mismo”, explica Escudero.
Desde el CPFCM recordamos que la labor del fisioterapeuta en todas las fases es también la de acompañar al paciente y a su familia, aportándoles las explicaciones y consejos sobre el manejo de ayudas técnicas que puedan necesitar, así como actuaciones que han de llevar a cabo en caso de urgencia.