En este año se está batiendo el récord de ahogamientos en España de la última década. Solo en julio murieron 92 personas y suman ya más de 300 en lo que va de año. De entre las víctimas, el grupo mayoritario es el de mayores: 94 de los fallecidos tenían entre 65 y 74 años y otros 42, más de 75, según los últimos datos facilitados por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS),
Este incremento pone el foco, una vez más, en la vulnerabilidad de un colectivo que va en aumento en España, empujado por el progresivo envejecimiento de la población. Y es un asunto que está entre las prioridades en la agenda del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM), a través de las numerosas acciones que realiza para favorecer un envejecimiento saludable.
Alineados con los especialistas en Geriatría, los fisioterapeutas que trabajan en este ámbito, defienden los beneficios que aporta la playa a la salud de la población de mayor edad, entre otros: supone un estímulo del ejercicio; alivia síntomas en enfermedades como la artrosis, el reuma o los problemas musculares; también mejora la función pulmonar y la circulación sanguínea; estimula la regeneración celular y las defensas; y reduce el estrés.
Sin embargo, como muestran las estadísticas, el verano no está exento de riesgos para estas personas: ahogamiento, golpes de calor, quemaduras solares, lesiones por caídas y problemas de salud exacerbados por el calor. Al ser un núcleo de población más vulnerable, los peligros a los que se enfrentan en la playa también son más elevados.
Focos de riesgo
¿Cuáles son los principales focos de riesgo para los mayores? Lo primero que hay que tener en cuenta es que son personas que, a menudo, tienen problemas de salud complejos, de tipo sensorial -falta de visión, percepción distorsionada del espacio, problemas de equilibrio-, accidentes cerebrovasculares o de demencia, u otras dolencias que pueden contribuir a un funcionamiento deficiente y, por lo tanto, provocan un mayor riesgo de sufrir accidentes y lesiones.
Ligado a esta circunstancia y al número creciente de ahogamientos que se están produciendo este verano, los fisioterapeutas madrileños han elaborado un decálogo de consejos sobre los aspectos en los hay que tener una mayor vigilancia y la forma de evitar accidentes en la playa con los mayores:
1.- Equilibrio. La orografía de la playa, el hecho de ir descalzos y el propio empuje de las olas, es, para los mayores, una barrera que dificulta su movilidad. Darse el baño siempre acompañados, cuando hay bandera verde, en zonas poco profundas, de fácil acceso al agua -sin bancos de algas o rocas o escaleras pronunciadas- y evitando un oleaje con mucha espuma para que haya buena visibilidad, son los consejos que aporta en este caso el CPFCM.
2.- Disminución de la percepción del riesgo. A medida que pasan los años, sobre todo en aquellos casos de personas que no tienen ninguna enfermedad importante y aparentemente están fuertes, disminuye la percepción del riesgo. Eso hace que algunos mayores no sean conscientes de los peligros que pueden correr, porque minimizan cualquier dificultad que consideran menor, tales como alteraciones de la visión, la percepción del espacio y los sentidos. El consejo: vigilancia y supervisión.
3.- Desorientación. Es, sin duda, uno de los mayores problemas con las personas mayores, enfatizado cuando se trata de un lugar abierto, amplio, poco conocido y con mucha gente. Para evitar que pueda generar un riesgo, es importante que los mayores se muevan o bañen acompañados y que, al llegar a la playa, sus acompañantes les ofrezcan unas sencillas instrucciones sobre la situación de los socorristas, con la recomendación de quedarse quietos y preguntar por ellos en caso de no saber dónde están.
4.- Alta sensibilidad al frío. A medida que uno se hace mayor se vuelve más sensible a los cambios de temperatura. Es importante evitar que el impacto del agua provoque una bajada brusca de la temperatura del cuerpo, de manera que la entrada en el agua debe ser pausada, permitiendo al cuerpo aclimatarse al cambio.
5.- Medicación con efecto hipotensor o sedante. Este tipo de fármacos facilitan los procesos de hipotermia en caso de que el agua esté fría o se produzca una zambullida brusca. Los pacientes pautados con esta medicación deben ir al gua acompañados.
6.- Problemas médicos específicos. Dos de las condiciones médicas más peligrosas para los baños, tanto en playa como en piscinas, son los problemas cardíacos y neurológicos. Si un paciente de este tipo se asusta al sufrir un pequeño percance, el riesgo de tener un accidente cardiaco es mucho mayor, al igual que les ocurre a quienes padecen dolencias como el Parkinson, episodios epilépticos o algún trastorno cognitivo.
7.- Hidratación. Es uno de los caballos de batalla de las personas de edad, ya que no sienten la sed como los más jóvenes y ello lleva a que, en muchos casos, no beban lo que necesitan. El riesgo de deshidratación es aún mayor en la playa, por lo que los mayores deben beber de forma continuada, aun no teniendo sed.
8.- Golpes de calor. Un riesgo importante que está ligado de alguna forma al anterior son los golpes de calor. Además de la hidratación, su prevención requiere: llevar una indumentaria cómoda, fresca, de tejidos que transpiren y con ajuste holgado; gafas de sol homologadas; sombreros o gorras que protejan la cabeza del sol; evitar las horas centrales del día, cuando hay una temperatura más elevada; usar crema protectora con un factor alto; refrescarse de forma asidua -cara, nuca, muñecas- y buscar la sombra.
9.- Alimentación. No solo es importante beber, también la comida en jornadas de playa es muy relevante. Las comidas deben ser ligeras, con frutas refrescantes de alto contenido en agua y evitando las ingestas copiosas con productos grasientos.
10.- Dolencias playeras. Hay trastornos muy comunes de la playa que, en el caso de los mayores, en especial si sufren de enfermedades previas, pueden cobrar más importancia, como las otitis, conjuntivitis o los hongos.