La natación tiene limitaciones ante ciertas dolencias (como infecciones respiratorias, heridas o patologías de hombro y rodilla) y reglas que hay que tener en cuenta para evitar lesiones.
Vacaciones y chapuzones están unidos para gran parte de las personas, ya sea en el mar o en piscinas. Desde el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM) recomiendan aprovechar el periodo estival para ir un paso más allá y practicar natación de manera saludable, ayudando a aliviar diversas dolencias y como una forma de realizar ejercicio de manera cotidiana.
De hecho, es conveniente mantener esta rutina el resto del año en piscinas cubiertas, si no es posible hacerlo al aire libre. Practicar natación implica una acción muscular muy global, trabajar la fuerza y reducir el riesgo cardiovascular y de sobrepeso, entre otros beneficios.
Desmontando falsos mitos
En paralelo, desde el CPFCM señalan que la natación, siendo uno de los deportes más recomendables y que se puede practicar a casi cualquier edad, tiene una serie de limitaciones ante ciertas dolencias (como infecciones respiratorias, heridas o patologías de hombro y rodilla) y reglas que hay que tener en cuenta para evitar lesiones.
La fisioterapia madrileña también analiza cuatro mitos en torno a la natación:
- Sin riesgo. Falso. Es cierto que la natación recreativa no requiere una preparación específica. Sin embargo, hay que avanzar de forma progresiva para evitar lesiones, como en cualquier práctica de actividad física.
No se debe pasar del sedentarismo durante el resto del año a intentar hacer 40 largos en una piscina olímpica el primer día. Conviene empezar con sesiones, por ejemplo, de unos 20 minutos e ir aumentando el volumen de natación (el tiempo) día a día, en función de la forma física de cada persona.
- Ejercicio de bajo impacto. Cierto, con matices. Es verdad que hay poco impacto sobre el sistema osteoarticular, frente a otros deportes como el running. En cambio, nadar durante varias horas cada día tiene un impacto grande; especialmente, en zonas como el hombro.
“Esto no tiene por qué ser perjudicial y la evidencia científica nos indica que entrenar la fuerza es muy positivo. Una vez más, hay que avanzar de manera progresiva. Sólo hay que tomar medidas cuando sufres ciertos problemas y aparece dolor en fase aguda; en ese caso hay que parar y que un fisioterapeuta examine la situación. En la práctica totalidad de los casos se puede volver al ejercicio una vez que pasa esa fase aguda”, indica Néstor Requejo, fisioterapeuta y miembro de la Junta de Gobierno del CPFCM.
- La técnica ideal. Otro falso mito, ya que no existe una sola técnica idónea para todo el mundo. Dependerá de cada persona y su situación.
“Quienes sufran ciertas patologías tienen que observar algunas precauciones al nadar y consultar con un fisioterapeuta. Una mala elección del estilo que utilicen puede agravar su problema”, señala Requejo.
Como referencia, Néstor Requejo advierte ante los problemas musculoesqueléticos más habituales en cuatro regiones y qué estilos se deberían evitar en esos casos:
- Dolor lumbar. Evitar braza, que exige una extensión mantenida, y mariposa (por la extensión lumbar forzada). Crol o espalda si son estilos recomendados.
- Dolor cervical. Evitar braza y mariposa, ya que se mantiene la cabeza en extensión para sacarla fuera del agua. Eso provoca tensión sobre una zona más sensible al movimiento en este caso.
- Dolor en hombros. Evitar crol y espalda. Aquí es más recomendable hacerlo a braza, con menos impacto sobre esa zona.
- Dolor en rodilla. Evitar braza, por el tipo de patada, que obliga a un mayor esfuerzo a nivel articular. El resto de estilos sí son compatibles.
- Hacerlo en el mar es malo. Falso. Nadar en agua salada no es negativo de por sí; al contrario, el nivel de salinidad hace que el cuerpo flote mejor. La técnica cambiará un poco, para ajustarse al movimiento del agua, mayor que en la piscina.
Lo más importante en este caso es la seguridad. Hay que tener mucho respeto al mar, no miedo. Si una persona no conoce bien una playa tiene que informarse de las corrientes y los fondos. Siempre es mejor nadar en paralelo a la orilla en zonas de poca profundidad y en playas en las que exista un servicio de vigilancia.
Para quien vaya a aventurarse lejos de la orilla, debería hacerlo en compañía de otra persona o en grupo, o que lleve atada una baliza hinchable para que le puedan localizar a distancia; algunas tienen incluso un espacio para el móvil, para llamar por si surge un problema. Si sufre un ligero percance, como un tirón o un calambre en la pierna, puede pasar un mal rato si está solo a decenas de metros de la playa. Incluso, algunas personas se marean al nadar en el mar, por el movimiento del agua.
Un buen final
Quien vaya a realizar una sesión intensa debería dedicar unos minutos a realizar una buena preparación previa a través de ejercicios de movilidad articular, estiramientos dinámicos y trabajo de activación muscular. Esto redundará, probablemente, en un menor riesgo de sufrir lesiones y un mayor disfrute y aprovechamiento de la sesión de ejercicio.