La supervivencia de las personas con cáncer en España se ha duplicado en los últimos 40 años. Durante el periodo 2008-2013, el 61,7% de las mujeres superaron los cinco años tras el diagnóstico y el 55,3% de los hombres diagnosticados, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Pero el número de casos diagnosticados en España es elevado aún: se acercará a los 280.000 este año.
Esta realidad ha generado otro reto: la urgencia de mejorar la calidad de vida del paciente oncológico. La evidencia científica ha demostrado que las técnicas de fisioterapia aportan numerosos beneficios a los pacientes como una terapia complementaria no farmacológica muy eficaz. Lo hacen cuando se identifica el cáncer, durante cada tratamiento y en la etapa posterior.
“Hay que actuar cuanto antes con el objetivo de conseguir la máxima funcionalidad del paciente ante los problemas que se derivan de los tratamientos oncológicos”, señala Ana Serrano, presidenta de la Comisión de Fisioterapia en Oncología y Cuidados Paliativos del CPFCM.
Ana Serrano se refiere a las complicaciones que tendrán que superar los pacientes, derivadas de la quimioterapia, radioterapia y cirugía, y que deterioran su calidad de vida, como: dolor, limitación de la movilidad, cicatrices, edemas, disfunciones genitourinarias o disfunciones orales (trismo, adherencias), entre otras.
“La fisioterapia aporta diversas herramientas y técnicas que ayudan al paciente, con la intención de reducir el dolor, la limitación de la movilidad o la fatiga -presente en la mayoría de los casos- y prevenir o paliar efectos tardíos, como debilidad o atrofia muscular, linfedema, disfagia, trismus, complicaciones estéticas, neurotoxicidad, cardiotoxicidad o disfunción sexual, entre otras”, añade Ana Serrano.
Adelantarse a estas situaciones o intervenir en el posoperatorio inmediato evita mayores consecuencias y efectos secundarios crónicos y, por tanto, la calidad de vida del paciente aumentará. Esto repercute de manera positiva en la funcionalidad laboral del paciente, en su estado de ánimo y ahorra costes a la Sanidad.
La fisioterapia también tiene una función clave al término de los tratamientos. El objetivo aquí es minimizar los efectos a medio y largo plazo. Por esa razón, “la clave en todo el proceso es incorporar la fisioterapia de manera precoz. Cuando ya se ha instaurado el daño en el paciente, el trabajo de los fisioterapeutas se complica mucho y la capacidad para recuperar funcionalidad se reduce también mucho”, señala Ana Serrano.
Menos complicaciones y ahorro
El CPFCM ha conseguido traducir en cifras el ahorro que supone la intervención fisioterápica. Solo tomando un caso en oncología, el cáncer de pulmón (el 17 de noviembre es el Día Mundial de esta patología), la realización de fisioterapia respiratoria tras la cirugía torácica es efectiva para reducir el número de personas que tienen fuga aérea posquirúrgica y otro tipo de complicaciones pulmonares.
Si se tratara con esta técnica a los 90.000 pacientes al año que hay en la Comunidad de Madrid se podría generar un ahorro para el SERMAS por valor de 54,4 millones de euros anuales (gracias al acortamiento de estancias hospitalarias y reducción del consumo de analgésicos), según el estudio “Impacto económico, sanitario y social de la actividad de fisioterapia en la Comunidad de Madrid”, realizado por el CPFCM.
La fisioterapia, infrautilizada
Tal como señalan desde la Comisión de Fisioterapia en Oncología y Cuidados Paliativos del CPFCM, la fisioterapia está infrautilizada en España para las personas con cáncer.
Por este motivo, los fisioterapeutas madrileños reclaman una mayor presencia de la profesión en el abordaje global de los pacientes oncológicos, dado el escaso número de centros que han integrado la fisioterapia en los equipos interdisciplinares.
Incluso, aunque los programas de fisioterapia en oncología están avalados por la evidencia científica, aún siguen apareciendo en el Vademécum como contraindicados para casos de cáncer, por lo que los fisioterapeutas madrileños también reclaman una actualización.
