La atención de un fisioterapeuta especializado, el control médico y un estudiado programa de ejercicio progresivo son claves para reducir los síntomas del linfedema, prevenir su aparición y detectar sus primeras señales. Se trata de una patología crónica progresiva que se presenta habitualmente fruto de la extirpación de ganglios y el tratamiento con radioterapia tras un cáncer de mama.

Así lo han asegurado desde el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM), el Colegio de Fisioterapeutas de Cataluña, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas del País Vasco, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Navarra, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Galicia, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Andalucía, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana y el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Cantabria, que con motivo de la conmemoración del Día Mundial contra el Cáncer de Mama dedican su videoconsejo del mes de octubre a la prevención del linfedema: https://youtu.be/7TnZ3RtrTMo

Consideraciones como el seguimiento y control del médico; el tratamiento precoz de la patología con un fisioterapeuta especializado (con movilizaciones, tratamiento de cicatrices y drenaje linfático manual), y la importancia de que el paciente informe de cualquier tipo de cambio que detecte en su estado físico (hinchazón, volumen, enrojecimiento, calor, entumecimiento u hormigueo) son esenciales para conseguir una buena recuperación después de la intervención quirúrgica o tras las sesiones de radioterapia.

Tal y como indican desde la Amercian Cancer Society, una de las instituciones de referencia mencionadas en el videoconsejo, el entrenamiento aeróbico y de fuerza durante al menos 150 minutos de intensidad moderada o 75 de intensidad vigorosa a la semana, así como el uso de pesas para fortalecer y tonificar los miembros superiores, a través de un programa de ejercicio progresivo, no incrementa la gravedad o incidencia del linfedema. Al contrario, disminuye la incidencia de exacerbaciones, reduce los síntomas y mejora la fuerza muscular del paciente. Asimismo, el videoconsejo destaca un estudio de la universidad de Harvard que realizó un seguimiento durante 24 meses a pacientes sometidas a tratamientos con cáncer de mama en riesgo de padecer linfedema.

Esta investigación pone de relieve que todo paciente al que le hayan extirpado o radiado ganglios linfáticos tiene riesgo de padecer linfedema, un riesgo que se ve aumentado si la persona padece una infección en el lado operado o si el índice de masa corporal se incrementa. En este sentido, los fisioterapeutas recuerdan que el control del peso y de las infecciones es fundamental en este tipo de casos. Tal y como destacan, es recomendable mantener una higiene e hidratación diaria, así como un ejercicio personalizado y seguro, que sea supervisado siempre por un profesional fisioterapeuta especializado.