Su currículo impresiona: diplomada en Informática, fisioterapeuta, doble máster y cursando el doctorado. En el ámbito de la investigación ha trabajado en proyectos de la Vrije University Brussels, Harvard Medical School o Babson College y ha sido una de las 12 personas en todo Europa seleccionada por el MIT LinQ (Instituto Tecnológico de Massachusetts) para hacer proyectos de salud y tecnología con impacto social. También acumula varios premios de talento, liderazgo y emprendimiento de entidades como la Fundación Princesa de Girona.
La irrupción de las nuevas tecnologías es una realidad imparable y el campo de la salud es uno de los sectores con más proyección en diversas aplicaciones. ¿Qué están ofreciendo a día de hoy en el ámbito de la Fisioterapia?
Las nuevas tecnologías están transformando la Fisioterapia de forma significativa, aunque en el día a día puede que no siempre lo percibamos de manera evidente. Las aplicaciones móviles ayudan a monitorizar programas de ejercicios personalizados y permiten un seguimiento remoto del paciente, mejorando la adherencia. La inteligencia artificial detecta alteraciones biomecánicas al analizar patrones de movimiento en tiempo real, algo que sería difícil de captar de forma manual. La realidad virtual se aplica tanto en rehabilitación neurológica como en el manejo del dolor, facilitando la exposición gradual a estímulos desafiantes. Además, los exoesqueletos robóticos apoyan la recuperación de funciones motoras en lesiones medulares entre otras, ofreciendo posibilidades que antes parecían inalcanzables. Estas herramientas optimizan la labor del fisioterapeuta y promueven un rol más activo del paciente en su tratamiento.
Hace unos meses realizamos una pequeña encuesta entre colegiados y vimos que el uso de aplicaciones de Inteligencia Artificial (IA) está poco extendido aún entre fisioterapeutas. Gran parte del colectivo espera a que madure esta tecnología. ¿Está ya lo bastante madura como para utilizarla?
Creo que la IA ya está lo suficientemente madura para empezar a ser una herramienta complementaria en Fisioterapia, aunque aún hay mucho margen para mejorar su accesibilidad y comprensión. Algunas inteligencias artificiales están diseñadas para automatizar la recogida de datos durante la historia clínica, lo que permite al profesional dedicar más tiempo al paciente y menos al papeleo administrativo. Además, existen aplicaciones que pueden analizar patrones de movimiento, evaluar riesgos de lesiones y monitorizar progresos de manera más objetiva. Sin embargo, su implementación requiere un cambio cultural y formativo dentro del colectivo. Es fundamental que los fisioterapeutas sean parte activa en este proceso de adaptación para garantizar que estas herramientas respeten los valores éticos y aborden las necesidades reales de los pacientes.
¿Y entre los pacientes, también hay resistencia o menos?
En general, los pacientes suelen mostrar menos resistencia que los profesionales, sobre todo si las tecnologías están bien explicadas y ofrecen beneficios tangibles, como el seguimiento remoto o la personalización del tratamiento. Sin embargo, algunos grupos, como los pacientes mayores o personas con necesidades específicas de accesibilidad, pueden enfrentar barreras adicionales. Es importante reconocer que la responsabilidad de hacer estas herramientas accesibles recae también en nosotros como profesionales, adaptando las tecnologías para que puedan ser utilizadas por todos.
¿Cuáles son los beneficios más destacables entre las aportaciones de estas herramientas?
En Fisioterapia, enfrentamos desafíos como el tiempo limitado para cada paciente, la necesidad de personalizar tratamientos y la gestión de recursos. Las nuevas tecnologías están empezando a aportar soluciones significativas al permitir la personalización del tratamiento mediante datos más precisos y accesibles en tiempo real. Facilitan el seguimiento remoto, ampliando el alcance del fisioterapeuta sin requerir visitas constantes. Además, mejoran la adherencia gracias a herramientas interactivas que motivan al paciente a seguir su tratamiento. En conjunto, están mostrando su potencial para optimizar el tiempo y los recursos, permitiendo a los fisioterapeutas centrarse más en lo que realmente importa: la recuperación del paciente.
¿Hay temor en el colectivo a que haya una “competencia”, que las apps y la IA sustituyan en parte a los fisioterapeutas?
Es un temor comprensible, pero creo que más que una amenaza, deberíamos verlo como una oportunidad para reflexionar sobre nuestra práctica. Hay estudios que han evidenciado que, en ciertas interacciones, los pacientes otorgaron una mayor puntuación de empatía a sistemas basados en IA que a médicos reales. Esto nos invita a cuestionarnos: ¿qué aspectos de nuestra relación terapéutica estamos descuidando? ¿Es posible que la IA esté llenando vacíos que los pacientes perciben en la comunicación con los profesionales? En lugar de preocuparnos por la «competencia», deberíamos analizar qué podemos aprender de estos resultados. Tal vez los pacientes valoren la constancia, la personalización o la neutralidad que perciben en las respuestas de estas herramientas. Esto nos reta a mejorar nuestra capacidad de conectar con el paciente, utilizando la tecnología no como un sustituto, sino como un recurso que enriquezca nuestra práctica y la haga más centrada en sus necesidades.
Siempre que se habla de tecnología o de cambios drásticos hay un freno cultural que genera rechazo. ¿Es más fuerte en este caso, al tratarse del campo de la salud?
Definitivamente. En salud, las expectativas de precisión y la responsabilidad ética hacen que los cambios tecnológicos se adopten con más cautela. Además, los fisioterapeutas, al ser una profesión centrada en el contacto humano, pueden sentir que la tecnología aleja esa esencia, aunque en realidad puede potenciarla al liberar tiempo para una atención más personalizada. Uno de mis colegas siempre dice: «El cambio duele», y tiene razón. Adoptar nuevas herramientas implica cuestionar nuestras formas de trabajar, aprender algo nuevo y, en muchos casos, salir de nuestra zona de confort. Pero en Fisioterapia, ese «dolor» del cambio puede ser el primer paso hacia una transformación positiva, hacia una práctica más eficiente y adaptada a las necesidades actuales de los pacientes. Si conectamos con la idea de que estas herramientas no nos reemplazan, sino que nos potencian, podemos convertir ese rechazo inicial en curiosidad y mejora continua.
Otro freno podría ser el coste, ¿es asumible el precio de las herramientas que hay en el mercado actualmente?
El coste depende mucho del valor que la herramienta ofrezca al paciente y de la prioridad que le den los fisioterapeutas. En el día a día, los fisioterapeutas ya invierten en equipos costosos, como ecógrafos o dispositivos de diatermia, siempre que consideren que aportan un beneficio claro para el tratamiento. Aunque algunas tecnologías, como las aplicaciones móviles o ciertas herramientas de IA, son cada vez más accesibles, otras, como los dispositivos avanzados de realidad virtual o análisis biométrico pueden ser prohibitivas. Es importante que estas herramientas no solo aporten valor tangible al paciente y profesional, sino que también se desarrollen de manera que sean económicamente accesibles para evitar desigualdades en su implementación.
¿En qué área se avanzará más deprisa: pública o privada?
El sector privado probablemente avanzará más rápido debido a su flexibilidad y recursos para experimentar con nuevas tecnologías. Sin embargo, en ambos sectores hay cierta resistencia al cambio, especialmente en el ámbito público, donde las estructuras y procesos suelen ser más rígidos. Esto se debe en parte a una confusión común: digitalización no es lo mismo que transformación digital. Digitalizar procesos, como usar apps o pasar a registros electrónicos, es solo un paso inicial. La verdadera transformación digital implica integrar estas tecnologías de manera estratégica, repensando la forma de trabajar para mejorar resultados, optimizar recursos y poner al paciente en el centro del sistema. Aunque el cambio cultural puede ser un reto, si se supera esta resistencia, el sector público tiene el potencial de generar un impacto más equitativo y significativo, llevando soluciones accesibles a una mayor población.
¿Están suficientemente representadas las nuevas tecnologías en la formación actual en los grados de Fisioterapia?
Desde mi punto de vista, aún no. Aunque algunas universidades están empezando a incluir módulos sobre tecnologías y digitalización, el enfoque sigue siendo muy tradicional. Esto genera un problema importante: los fisioterapeutas, al no tener formación en tecnología, a veces intentan crear soluciones que no son técnicamente viables. Por otro lado, los ingenieros, al desconocer las necesidades reales de los pacientes, suelen desarrollar herramientas que no resuelven problemas significativos. Por eso, considero fundamental incorporar asignaturas interdisciplinares en los grados, donde futuros fisioterapeutas e ingenieros puedan colaborar desde la etapa formativa. Esto permitiría unir conocimientos técnicos y clínicos, asegurando que las soluciones tecnológicas sean viables y realmente útiles para los pacientes y profesionales.