El ictus es un trastorno que reduce o interrumpe la circulación de sangre al cerebro. Unas 120.000 personas sufren un ictus cada año en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Con motivo del Día Mundial del Ictus, que se celebra el 29 de octubre, el CPFCM quiere ayudar a visibilizar esta realidad, recordando la labor que la profesión realiza para ayudar a las personas afectadas por un accidente cerebrovascular.
Apoyo de la fisioterapia
La fisioterapia interviene dentro de un equipo interdisciplinar, compuesto también por neurólogos, terapeutas ocupacionales, logopedas y neuropsicólogos. Buscan, de forma coordinada, alcanzar los objetivos de cada paciente, para que recupere el máximo de autonomía.
El 50% de las personas afectadas por un ictus sufren secuelas físicas, psicológicas o cognitivas, que dificultan su calidad de vida, como la espasticidad (aumento de la resistencia al estiramiento de la musculatura de la parte afectada del cuerpo), u otras relacionadas con la visión, el habla, pérdida de movimiento (manos, brazos, piernas), espasmos, debilidad muscular, pérdida de sensibilidad, alteraciones de la marcha y afectación al sistema respiratorio, entre otras.
La intervención fisioterápica se centra, en una primera etapa, en minimizar el deterioro motor y funcional para recuperar la fuerza, la resistencia muscular y la movilidad de las extremidades afectadas, evitar la rigidez articular, controlar el dolor, mejorar el control postural y reeducar el equilibrio y la marcha.
Más adelante, la fisioterapia sigue trabajando en mejorar las habilidades motoras de las personas afectadas, conseguir los mayores grados de autonomía o funcionalidad del paciente para su integración en la sociedad, evaluación continua de resultados, y educando a cuidadores y familiares sobre el manejo de la persona afectada.
En cuanto a los tratamientos, “el ejercicio terapéutico va a seguir ganando protagonismo durante los próximos años en los procesos de neurorrehabilitación, apoyado en la evidencia, para trabajar cuestiones fundamentales como movilidad, fuerza y capacidad cardiorrespiratoria”, indica Óscar Yepes, fisioterapeuta del CPFCM y profesor de Fisioterapia Neurológica en la facultad de Ciencias de la Salud de La Salle.
Otros tratamientos avanzados que utiliza la fisioterapia son: las terapias de restricción del lado sano, el entrenamiento de la marcha de alta intensidad, la terapia asistida por robótica y las técnicas de representación del movimiento, entre las que se encuentran la observación de acciones, la imaginería motora y la terapia espejo.
Innovación en los tratamientos
Las nuevas tecnologías también han entrado con fuerza en el ámbito de la neurorrehabilitación en los últimos años, a través de robótica, realidad virtual y nuevos dispositivos de estimulación.
La robótica parece despuntar como herramienta complementaria al tratamiento convencional. “Otorga un amplio margen de recuperación para pacientes cuyo pronóstico era mucho peor años atrás. La realidad virtual, por su parte, lleva ya tiempo con evidencia fuerte como terapia complementaria y su inclusión dentro de los dispositivos robóticos ha permitido a su vez facilitar la adherencia al tratamiento”, explica Alfredo Lerín, fisioterapeuta del CPFCM, que ha centrado su práctica profesional en la rehabilitación de personas con daño cerebral y lesiones medulares.
“Se ha avanzado mucho en robótica, para entrenar la marcha o en actuaciones encaminadas al miembro superior. La realidad virtual permite utilizar esta tecnología para el control motor. Además, estas herramientas nos permiten generar diferentes estímulos a nivel del sistema nervioso”, añade Óscar Yepes.
En este entorno de vanguardia también destaca la entrada de nuevos dispositivos de estimulación no invasiva, ya sea cerebral o medular, que se están aplicando en la práctica clínica de manera relativamente reciente y parece que pueden suponer una buena oportunidad para potenciar la rehabilitación de estos pacientes.
“Es vital que los fisioterapeutas estemos formados en el uso de este tipo de herramientas para identificar, a través de nuestro razonamiento clínico, cuáles van a ser útiles para los pacientes que tratamos y no malgastar recursos en terapias que no sean efectivas”, continúa Alfredo Lerín, que también es profesor en el centro universitario La Salle Campus Madrid y coordinador de investigación, desarrollo e innovación en Neuron Rehabilitación.
Necesidad de recursos
Coincidiendo con el Día Mundial del Ictus, desde el CPFCM hacen un llamamiento para que las administraciones aumenten los recursos que destinan a neurorrehabilitación, debido a lo costoso de los tratamientos.
En casos como la Comunidad de Madrid, la cobertura pública suele alcanzar un máximo de seis meses tras el ictus, de modo que las familias tienen que asumir el coste de la recuperación a partir de ese momento y solo disponen, a veces, del apoyo de asociaciones de pacientes.
Por ejemplo, las terapias de alta intensidad han demostrado su eficacia en muchas personas, pero son costosas por la concentración de sesiones. “Las investigaciones de los últimos años nos han demostrado que es necesario llevar a cabo un alto número de repeticiones para conseguir los cambios funcionales que realmente estamos buscando. Eso supone de tres a cinco horas diarias de rehabilitación motórica”, señala Alfredo Lerín.
En este sentido, pocas personas pueden apoyarse aún en las nuevas tecnologías o en la robótica por su elevado coste, ya que apenas están presentes en los centros públicos.
“Aun así, desde la fisioterapia combinamos otros recursos en los procesos de rehabilitación, para suplir esas carencias”, concluye Óscar Yepes.
Intervención inmediata
El ictus puede afectar a cualquier persona, pero el 90% de los casos están asociados a factores de riesgo modificables (como hipertensión, tabaquismo, diabetes mellitus, hipercolesterolemia, estrés u obesidad) y un estilo de vida saludable.
La intervención inmediata es fundamental. Las enfermedades cerebrovasculares agudas o ictus provocaron 24.558 muertes en 2022 y representan la tercera causa de fallecimientos en España, por detrás de la Covid-19 y de la cardiopatía isquémica, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Entre las señales de alarma están: pérdida de fuerza, movimiento o de sensibilidad en un lado del cuerpo (generalmente afecta a la cara, brazo o pierna); dificultad repentina para hablar o entender lo que le dicen; desequilibrio o incapacidad para caminar, pérdida total o parcial de visión o dolor de cabeza especialmente intenso.